Etiquetado: verano
Lunes.
No intentes arreglarme,
no podrás desarmarme
y pensar que firmaré la paz
para rendirme ante ti.
La paz-
No me rompas otra vez,
déjame reconstruirme por completo,
confiar en ti
y dejar de martirizarme
por problemas que ni existen.
Vuelve a hacerme libre,
quiero serlo mientras tú lo seas,
mientras yo lo sea también
y vuelva a ser yo misma.
A veces soy tan frágil que asusta,
pero más me asusta a mí
solo me reconforta saber que puedo ser todo lo contrario,
yo también puedo romper un corazón.
Puede que sí
Puede que seamos ficción,
o que seamos tan reales que hasta dé miedo,
cada día estamos más cerca
y dejamos atrás los malos momentos.
Puede que vayamos en serio,
que hayamos olvidado los errores
y avanzado en el querernos
para no perdernos.
Puede que duremos toda la vida,
que seamos felices
y no hagamos caso a la envidia del resto,
que intenta entristecernos.
Puede que solo yo te entienda,
y que solo tú me entiendas,
pocas veces nos abrimos
y hacerlo con el otro no nos cuesta.
Puede que esto sea nuestra perdición
y que nunca seamos los mismos
si algún día nos dejamos
y matamos al llevarlo a cabo.
Puede que quedemos sumidos en la tristeza
y que volvamos a los malos hábitos
para sacarnos de nuestras propias cabezas
y así disimular
-qué bien se nos da-.
Pero puede que hayamos aprendido del pasado
y que sepamos que lo que bien te hace sentir
se ha de cuidar
para no destruir lo que tanto amor te da.
Puede que nunca tengamos que terminar
y que seamos la banda sonora
que muchos querrían escuchar
para volverse a enamorar.
Puede que sí,
y puede que no,
pero ahora pesa más el sí,
y confío
–confío en ti-.
A veces
A veces nos empeñamos en destruirnos,
en crearnos realidades macabras
y ficticias
aunque nuestras vidas solo mejoren.
Si estamos bien,
¿para qué estropearlo?
¿para qué volver a la zona de confort
si alguien nos abraza por detrás?
¿Qué es lo que nos lleva a ese autosufrimiento
que amenaza con desequilibrarnos del todo
para luego ver que no es real
y que el amor no se ha marchado?
A veces nos empeñamos en tantas cosas
que nos olvidamos de disfrutar,
de sentir la calidez de los besos
y lo dulce de las despedidas.
Y se nos fue.
«There’s something to be said about a glass half full. About knowing when to say when. I think it’s a floating line. A barometer of need and desire. It’s entirely up to the individual. And depends on what’s being poured. Sometimes all we want is a taste. Other times there’s no such thing as enough, the glass is bottomless. And all we want, is more.»
Hasta junio.
Se negaba a verme,
decía que se ablandaría
que perdería la poca rabia que le quedaba,
que le haría perder el norte
y mancharse de amor.
Mientras los días pasaban
y no llamabas
me preguntaba si siempre estaríamos igual,
si optarías siempre por la seguridad,
por no dejarte llevar.
Te escapabas
y aunque te persiguiera,
sabía que solo el destino nos haría vernos,
comernos a besos
y olvidar lo mal que nos lo hicimos pasar.
Te llevo dentro aunque te reniegue,
te quiero aunque te odie,
y te espero aunque tú no lo hagas.
Si me equivoco el tiempo me lo dirá,
los planes nunca son certeros
y los sentimientos no se los lleva el viento.
Deshechos
Quiero deshacerme y encontrarme contigo
donde yacen los recuerdos idealizados,
donde no hubo problemas
y las palabras eran sinceras.
Quiero encontrarte donde sea,
quiero ver como te tiemblan las piernas,
como balbuceas
y optas por solo mirar.
Quiero y no quiero,
siempre cambio de opinión,
ya te lo advertí,
confía solo en lo que no digo y espera.
Quiero alejarme,
aunque no deje de acercarme,
el final nos acaricia
y el principio nos estruja los esquemas.
Quiero escaparme
y que tú me guíes.
Quiero tanto
que nunca te querré a ti,
¿o sí?
-Hay algo que creo que no entiendes. Puede que hayamos sentido fuerte esos latidos y que pensáramos que podríamos llegar más allá de ese interminable y dudoso mañana, pero jamás habríamos llegado a perdernos en sentimientos tan intensos que nos harían perder la cabeza. Quizá tú necesitabas a una loca perdida de la noche y yo salía del mundo de los amores sin sentido. No fui educada para acabar con alguien como tú, y me da igual como suene. Siempre supe que me merecía a alguien con al menos dos dedos de frente que me diera la velocidad, ese frenetismo pasional incansable que nos hace perder la cabeza. Pero desde hace tiempo estoy sana, me mantengo en línea, no necesito más historias de idas y venidas, esos círculos interminables que nunca llegan a ningún lado y que no hacen más que hacernos perder el tiempo. Necesito otras cosas en mi vida.
Así empieza lo malo, de Javier Marías.
‘¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con tembloroso dedo? ¿Por qué ese justamente, como si nos tuviera que obedecer? ¿O por qué habría de desearnos aquel que nos turba o enciende y por cuyos huesos y carne morimos? ¿A qué tanta casualidad? Y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de perseverar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción? El amor correspondido, la lascivia recíproca, el enfebrecimiento mutuo, los ojos y las bocas que se persiguen simultáneamente y los cuellos que se estiran para divisar al elegido entre la multitud, los sexos que buscan juntarse una y otra vez y el extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver… Lo normal es que casi nadie coincida, y si existen tantas parejas supuestamente amorosas es en parte por imitación y sobretodo por convención, o bien porque el que señaló con el dedo ha impuesto su voluntad, ha persuadido, ha conducido , ha empujado, a obligado al otro a hacer lo que no sabe si quiere y a recorrer un camino por el que nunca se habría aventurado sin apremio ni asistencia ni guía, y ese otro miembro de la pareja, el halagado, el cortejado, el que se adentró en su nube, se ha ido dejando arrastrar. Pero eso no tiene por qué persistir, el encantamiento y la nebulosidad terminan, el seducido se cansa o despierta, y entonces al obligador le toca desesperarse y sentir pánico y vivir en vilo, volver a trabajar si todavía le restan fuerzas, montar guardia a la puerta y rogar e implorar noche tras noche y quedar a merced de aquél. Nada expone ni esclaviza tanto como pretender conservar al que se eligió e inverosímilmente acudió a la llamada de nuestro tembloroso dedo, como si se obrara un milagro o nuestra designación fuera ley, eso no tiene por qué ocurrir nunca jamás…’
He estado ausente, lo sé.
Estás en la piscina,
crees que te dejarás hundir,
que sería más fácil así,
está nublado
y hace frío,
te harás invisible,
los socorristas te dejarán ir;
pero de repente sale el sol,
un rayo de luz te atraviesa la retina,
tu piel te pide que renazcas,
tus pupilas se dilatan
y tu pelo se aclara.
No tuviste el valor de verlo todo negro,
la claridad siempre vuelve a por ti,
a rescatarte de tu mente.